Artesanos de la fraternidad

La palabra fraternidad constantemente la escuchamos en diferentes espacios de nuestra Iglesia, en homilías, prédicas, espacios formativos, direccionamiento espiritual, entre otros; pero te has puesto a pensar verdaderamente ¿qué significa ser fraternos?

La fraternidad significa “parentesco entre hermanos o hermandad”, también se dice que es la “amistad o afecto de quienes se tratan como hermanos”. Teniendo presente esto, podemos concluir que ser fraternos es ser hermanos. Dice el Papa emérito Benedicto XVI que: «La auténtica fraternidad de los hombres supone la paternidad de Dios» y, cuánto sentido toma, pues cuando reconocemos a Dios como nuestro Padre, será más fácil vernos como sus hijos más amados y, en ese sentido, aceptar con amor que quien está a nuestro lado es mi hermano, pues somos hijos del mismo Dios.

Al saber esto, me asaltan unas cuántas dudas ¿cómo hacer que mi vida esté llena de fraternidad? ¿Cómo hacernos hermanos de quienes nos hieren, insultan, humillan? ¿Cómo ser pacientes con aquél que es diferente a mí? ¿Cómo crear un vínculo de amor con quien me cuesta relacionarme? Simplemente ¿Cómo ser fraternos en un mundo que nos invita a la indiferencia y al egoísmo?

Nos encantaría compartir una fórmula mágica y exacta para esto, infortunadamente no la hemos encontrado; sin embargo, sí podemos asegurar que la fraternidad es una virtud que podemos alcanzar cuando disponemos nuestro corazón para amar; es un estado de vida al que podemos llegar cuando conscientemente trabajemos día a día en construirla.

Sí, ¡Construirla! La fraternidad es algo que se va creando poco a poco, que exige tiempo, perseverancia, creatividad, silencio… pensemos en los artesanos, ellos todos los días disponen sus manos, corazón e imaginación para usar el talento que Dios les dio y crear las piezas que adornarán la vida de muchas personas, llenarán de belleza los hogares de tantas familias y mucho más. Su trabajo es manual y hay creaciones que demandan gran tiempo, por su exclusividad, tamaño, importancia, valor y, lo que es más bello, se adaptan a las necesidades de quién les pide cada artesanía, ellos se detienen a escuchar qué es lo que quiere cada uno, se disponen a servir y a materializar los sueños de quienes han puesto en sus manos aquella tarea.

Con todo esto, me atrevo a afirmar que cada uno de nosotros está llamado a ser un Artesano de Dios, a usar nuestras manos y corazón para crear y construir una de las más bellas artesanías de la vida: La fraternidad.

Por eso y para cumplir con la misión de ser Artesanos de la Fraternidad meditemos en los siguientes puntos para que juntos, construyamos comunidades donde la verdadera hermandad sea el centro.

  1. El dueño de la artesanía
    La artesanía de la fraternidad tiene un único dueño, es Dios. Es Él quien sabe cuánto bien le hace a la humanidad esta virtud, por eso la pensó para que trabajemos por ella y juntos, poco a poco, con paciencia, ir construyendo comunidades fraternas que Amen a Dios. Para lograr esta creación, es necesario escuchar a Dios con nuestro corazón abierto, esto implica hacer silencio, acompañarlo en el Sagrario, preguntarle qué quiere con nosotros, cómo y qué podemos hacer para ser fraternos en su proyecto de Amor y, sobre todo, dejar que sea Él quien nos enseñe a ser sus artesanos. Pidámosle al Señor la gracia de verlo como un verdadero Padre, para ver a todos los que están a nuestro alrededor como hermanos y tratarlos con el amor fraternal con el que Dios Ama.
  2. El artesano
    Dice la palabra de Dios que “muchos son los llamados y pocos los escogidos” (Mt 22,14), por eso, reconócete y siéntete un elegido de Dios para ser artesano de la fraternidad. Él te ha confiado esta misión y está en ti aceptar con libertad ser instrumento de su amor. Tu tarea será tener disponibilidad para que el Señor use tus manos y corazón, perseverar en este camino a pesar de las diferentes situaciones que puedan presentarte y ser dócil para que Jesús forme y transforme tu alma conforme a los planes que tiene para tu vida. Con humildad y, a ejemplo de la Santísima Virgen María, dile a Dios: aquí estoy Padre amado, me reconozco como tu hijo y veo que soy llamado a ser tu artesano, toma mis manos y mi corazón para que juntos construyamos y llevemos al mundo la fraternidad con la que tanto sueñas y, así, se haga tu voluntad.
  3. La creación y los materiales
    Para crear una artesanía es indispensable contar con los elementos precisos y para construir la fraternidad los materiales están más que alcance de tu mano, te advertimos que tal vez te llevará mucho tiempo, por eso, la paciencia y la perseverancia serán claves en tu rol como artesano. Para conseguir los materiales, deberás acudir al dueño de la artesanía y pedirle con fe y en adoración, que te dé ojos de amor para reconocer a todas las personas como tus hermanos, que llene tu corazón de amor para tratarlos con respeto y dignidad, que inunde tus manos de valentía para abrazarlos cuando necesiten cariño y fuerza para tomar sus manos cuando requieran ser levantados, que disponga tus oídos para escuchar el silencio de sus palabras y el grito de sus dolores y que puedas consolarlo con tu oración, dile a Dios que para esta creación también necesitas humildad para acercarte a aquél que ha herido tu corazón o con quien te cuesta relacionarte. ¡Hazlo! Piensa en que le robarás una sonrisa a Dios. Podría mencionar muchos más materiales, la verdad, se resume en que tu vida misma es la creación de la fraternidad que Dios sueña y a la vez el material para seguir fortaleciéndola, así que entrégate y véncete a ti mismo por Amor al Padre y a los hermanos que Él nos ha dado.

Así que, seamos más hermanos con quienes están a nuestro alrededor, no pienses en quienes son, qué han hecho… no dejes que la superficialidad y la mentira atrapen tu corazón. Ten presente que todos somos hijos de Dios y que unidos cumplirán un sueño Dios: ser artesanos de la fraternidad.

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