En el Directorio para la Vida y el Ministerio de los Presbíteros se expresa una verdad esencial que cada sacerdote debería meditar frecuentemente para vivir una auténtica fraternidad Sacerdotal. Dice el Directorio que:
“La capacidad de cultivar y vivir maduras y profundas amistades sacerdotales se revela fuente de serenidad y de alegría en el ejercicio del ministerio; las amistades verdaderas son ayuda decisiva en las dificultades y, a la vez, ayuda preciosa para incrementar la caridad pastoral, que el presbítero debe ejercitar de modo particular con aquellos hermanos en el sacerdocio, que se encuentren necesitados de comprensión, ayuda y apoyo. La fraternidad sacerdotal, expresión de la ley de la caridad, no se reduce a un simple sentimiento, sino que es para los presbíteros una memoria existencial de Cristo y un testimonio apostólico de comunión eclesial”.”: (n.º 37).
Nadie puede enfrentar solo los grandes desafíos del ministerio sacerdotal
Contempla tu vida ministerial como un vasto desierto, donde cada día enfrentas desafíos y dificultades que socavan la alegría y generosidad de tu servicio a la comunidad que Dios te encomendó. En este desierto, y en medio de todo lo que puede ocurrir, no olvides que las amistades sacerdotales son como oasis del agua fresca, el agua de vida que brota por medio de tus hermanos en el sacerdocio. Tal como se sugiere en el texto, cultivar estas amistades es esencial para encontrar “serenidad y alegría en el ejercicio de tu ministerio”.
Al forjar lazos profundos con tus hermanos en el sacerdocio, descubres una fuente inagotable de “consuelo y apoyo en los momentos de mayor dificultad”, de aridez espiritual.
Sabemos que en tu vida como sacerdote enfrentas constantemente desafíos únicos y exigentes. Sin embargo, contar con la amistad y el apoyo de tus hermanos en el ministerio puede hacer que estos desafíos sean más llevaderos.
Como se menciona en el texto, la auténtica fraternidad sacerdotal es una ayuda decisiva para superar cualquier obstáculo en tu camino.
Las amistades sacerdotales surgen únicamente de la amistad real con Cristo.
La fraternidad sacerdotal no es solo un sentimiento superficial, sino una memoria existencial de Cristo mismo. Al reunirte con tus hermanos en el sacerdocio, recuerdas y celebras la comunión que comparten en Cristo. “La amistad con Jesús es siempre por antonomasia amistad con los suyos. Sólo podemos ser amigos de Jesús en la comunión con Cristo total, con la cabeza y el cuerpo; en la lozana vid de la Iglesia animada por su Señor”, expresó bellamente el Papa Benedicto XVI en la homilía de la Misa Crismal del 6 de abril 2006.
Así, tus relaciones sacerdotales, sobre todo la relación con Jesús, no solo son cruciales para tu bienestar personal, sino que también son un testimonio poderoso de comunión eclesial, intimidad espiritual profunda. Al vivir en verdadera fraternidad con tus hermanos en el ministerio, das testimonio del amor de Cristo al mundo, del amor que surge de tu encuentro constante con Él en la oración; pues, como nos lo recuerda el mismo papa en la citada homilía, “ser sacerdote significa ser amigo de Jesucristo, y serlo cada vez más con toda nuestra existencia”.
Nutre tus amistades para fortalecer tu ministerio
En resumen, la Fraternidad Sacerdotal es esencial para la auténtica fecundidad del ministerio sacerdotal. Cultivar amistades profundas con tus hermanos en el sacerdocio te brindará serenidad, alegría, apoyo mutuo y un testimonio vivo de comunión en Cristo. Siguiendo el consejo del Directorio, es crucial que cada sacerdote, reconozca la importancia vital de la fraternidad sacerdotal y esforzarse por nutrir y fortalecer cada día las relaciones amistosas y fraternas entre sacerdotes en la intimidad de un encuentro amistoso con Jesús Eucaristía.